Cariño, ¿quieres pasear conmigo?. Vamos a caminar, que hay tantas cosas, querida, que te quiero contar. Quiero tomarte de la mano y sentirte junto a mí, que sincronicemos nuestros pasos para que me puedas oír. Quiero caminar despacito para tener tu atención, y cuando te canses, cariño, nos sentaremos los dos.
Empezaré por mi infancia esa que tan lejana se ve, fui un niño del montón, que tuvo que soportar las crueldades y envidias de los demás tanto mayores como los mismos colegas del colegio, valiente y noble, y quizás por eso mismo no muy querido ni respetado. En mi adolescencia fui un soñador que creía en unos ideales nobles y en un mundo mejor, y con muchas ansias de aprender, pero la vida me decepcionó y me volví realista aprendiendo que siempre cuenta más preocuparse de uno mismo que no de los demás. Ya en mi juventud, empezaría toda una vida de trabajo, de lucha, haciendo frente a todas cuantas ingratitudes se presentaban cada día, y soportándolo con estoicismo; sobrevivir a cada día era mi único objetivo, y lo más cansado era siempre tener que soportar los defectos de la gente, y con ello la mala gente.
Pero cuando te encontré casualmente y te interesaste por mí, y empezaste a quererme, es cuando de verdad empecé a sentirme feliz. Contigo las tristezas de la vida son más llevaderas, y ya no temo luchas contra los molinos cual ese pedazo de don Quijote que siempre sido, aunque se que siempre no hay frutos en la lucha de cada día, pero la vida pasa felizmente porque cuento con tu amor, con tu confianza, con tu ejemplo, con tu bondad y con tu apoyo. Sólo cuando estoy contigo mi vida es hermosa, serena, tranquila, y se parece a uno que otro canto de sirenas. Tu belleza, tu bondad, tu paciencia y tu cariño, es lo que me hace feliz, cariño. ¡Te quiero!.
