Querida:
Dicen que el que no se arriesga no atraviesa la
mar. Con lo cual por ti me lanzaré de cabeza a las aguas de ese mar que
representa tu amor, sin salvavidas ni nada que proteja mi corazón,…confiando
tan sólo en mi instinto nadador.
No sé si este mar estará embravecido o en
calma, aunque me imagino que a ratos estará de una cosa y a ratos de la otra.
Me imagino que tu amor será como un inmenso mar, a veces embravecido, que sin
querer intentará empujarme, y hasta lastimarme.
Pero como tras la tormenta ha de venir la
calma, entonces podré disfrutar más de ti, podré disfrutar de esos besos
despacitos y calmos que me haces, de
escucharte decirme “te amo y te quiero” al oído.
Así, pues, estoy ante el desafío de
introducirme en tu mar, que no se si me costará la vida o llegaré a buen
puerto, pero como estoy tan enamorado de ti, estoy totalmente dispuesto a
arriesgarme, aunque sé que muchos lo consideran como una vana locura.
¿Me recibirás bien?, ¿me atenderás bien durante
esa travesía, mientras trato de llegar a ti?...
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